Cultive la inteligencia emocional

Hasta hace algunos años, las capacidades de las personas se medían únicamente por el Coeficiente Intelectual (CI), o sea los conocimientos que se adquirían y que eran medibles y cuantificables por medio de pruebas y exámenes.

Sin embargo, gracias al aporte de algunas ciencias como la medicina, neurología y psicología, se identifican otros tipos de inteligencia, como la Emocional, la cual radica en una habilidad que se aprende, una capacidad que se desarrolla partiendo primero por uno mismo para luego desenvolverse en el entorno.

La inteligencia emocional abarca dos dimensiones:
La Interpersonal: “la habilidad para comprender a las personas, qué las motiva, cómo se desenvuelven y cómo trabajar con ellos”.
La Intrapersonal: “habilidad muy relacionada con la anterior, pero hacia sí mismo”.

A su vez, incluye 5 componentes:
Autoconocimiento: reconocer y comprender los sentimientos y emociones propias.
Autocontrol: capacidad para tranquilizarse controlando sus propios impulsos y postergando la gratificación.
Motivación: implica guiar mis propias emociones para alcanzar un propósito.
Empatía: aceptar las emociones que experimentan los demás y “colocarse en el lugar del otro”.
Habilidades Sociales: capacidad de entender las emociones de los demás al interactuar dentro de un grupo social.

En las reacciones emocionales median las neuronas (células cerebrales) porque el cerebro utiliza mecanismos de respuesta que garantizan la sobrevivencia y que se “disparan o activan” automáticamente cuando se percibe un estímulo amenazante. Dicha reacción se da en la amígdala (parte del cerebro), la cual genera respuestas fisiológicas relacionadas con las emociones.

Si en la infancia se dieron experiencias traumáticas se presentarán respuestas defensivas que se hacen evidentes cuando se percibe algo parecido a la situación que la generó.

En las primeras etapas de la vida, en las cuales se carece de habilidades cognitivas, dichas respuestas tienden a ser más impulsivas por lo que se puede decir que “la emoción domina la razón”.

Existen otras partes del cerebro cuyo trabajo se enfoca en “moderar” las reacciones no tanto con el “disparo” de la emoción, sino enfocado en lo que se  puede hacer con esta, por lo que se señala que sí se pueden controlar las respuestas emocionales.

En muchos casos, sucede que como personas adultas “ya formadas” se ignoran las propias emociones y se manifiesta un desconocimiento absoluto sobre cómo actuar cuando se presentan algunas situaciones frustrantes que se escapan de control.

Lo anterior se da debido a que cuando se era niño, no se fue instruido, entrenado, ni tampoco formado acerca de cómo se debe responder y qué mecanismos emplear para hacerle frente a la vida con estos episodios incluidos.

Por lo tanto, ni padres ni educadores deben dejar de lado el Desarrollo Emocional, ya que en el diario vivir se convive con personas “exitosas o realizadas” en un ambiente laboral o académico, pero en lo que se refiere a estos componentes presentan grandes deficiencias ya que somos seres integrales. Por esta razón es trascendental que se aprenda a tener un buen nivel de inteligencia emocional  y así buscar un mayor grado de madurez personal.

ASÍ ES MEJOR…
Sugerencias para promover en niños la Inteligencia Emocional:

  • Explíquele que tiene derecho a sentir y que todas las personas sienten emociones.
  • Enseñe las diferentes emociones ilustrándolas por medio de cuentos, juegos y dramatizaciones. No se limite a presentar solamente las emociones de tristeza y alegría, por ejemplo, sino amplie su bagaje de conocimiento con otras como: sorpresa, entusiasmo o placer.
  • Brinde opciones y alternativas para resolver conflictos por medio de preguntas generadoras (¿Qué pasaría si….?)
  • Trabaje “la anticipación” presentando situaciones hipotéticas que se podrían dar y que el niño (a) exprese posibles soluciones ante estas.
  • Promueva la toma de decisiones por sí mismos en los aspectos que así lo permitan (de acuerdo a su edad).
  • Proporcione espacios para que ellos puedan expresar sus propios gustos e intereses, como por ejemplo: su comida,  juguete o animal favorito.
  • Permita momentos para trabajar el autocontrol brindando estrategias y técnicas para tranquilizarse como respirar profundo, tomar agua o contar hasta diez.
  • Luego cuando se encuentre calmado, el niño y la niña podrán expresar lo que lo (la) hizo sentir de esta u otra manera.

 

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