Mascarada tradicional costarricense: “artesanías únicas e irrepetibles”

Los “mantudos” también conocidos popularmente como “payasos”, esos que a todos nos han “corretiado” alguna vez chilillo en mano, también tienen su día.

El 31 de octubre de cada año el país celebra el “Día de la Mascarada Tradicional Costarricense”, declarado así mediante el decreto N° 25724-C, que se publicó en 1996.

Este mandato justifica en cuatro puntos la declaratoria, aduciendo el aporte de esta manifestación cultural a la recuperación y consolidación de la identidad cultural del ser costarricense; destacando la importancia de preservar y difundir la realización de mascaradas como símbolo de expresión cultural, a la vez que la califica como “un elemento importante para la educación y recreación del pueblo”.

Asimismo, la declaratoria valora que “dentro de las costumbres más arraigadas se encuentra la elaboración y desfile de mascaradas, permitiendo esto la expresión de tradiciones antiquísimas, así como el talento creativo de los artesanos costarricenses”.

Es a través de ese talento extendido por los pueblos de todo el país, desde Barva hasta Oreamuno, desde Cañas a Pococí, que se conocen cuatro tipos diferentes de estas artesanías: gigantes, cabezones, máscaras de casco y caretas.

¿Cómo se fabrica una mascarada tradicional?
Amasar el barro, al menos durante cuatro horas, para eliminar burbujas de aire, es tan solo el paso inicial de la laboriosa técnica tradicional de elaboración de mascaradas. Así lo explicó Jorge “Chino” Corrales, mascarero artesanal originario de Aserrí y vecino de Alajuelita.

Luego vendrá el turno de esculpir a mano el molde de barro, el cual se deja reposar por una semana para eliminar la humedad. Cuando se siente bien seco, se comienza a pegar el papel por capas, con una goma fabricada de harina y agua. El papel que se utiliza es de saco de cemento o periódico.

Al llegar a la décimo quinta capa de papel, la mascarada estará lista para sacar todo el barro de su interior e incorporar una estructura externa de varilla de hierro, siguiendo algunos contornos de la figura y dejando las  previstas para hacer la estructura de varilla soldada en su interior. Según Corrales, esa es la clave para dar una larga vida a la mascarada. “Esta estructura la inventó don Pedro Arias”, menciona Corrales con respeto.

Después, capa tras capa de papel son pegadas hasta borrar los contornos externos hechos por la varilla; hasta llegar a dar el acabado requerido.

Finalmente, viene la pintura, hacer la armazón, el vestido y las manos. Entonces es cuando “nace” la giganta, el policía o el “pisuicas”, entre otros personajes tradicionales de la mascarada costarricense.

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