6 retos en la gestión del talento humano después del COVID-19

De manera paulatina y muy controlada, luego del COVID-19, la normalidad volverá a aparecer. Pero no se tratará de la misma normalidad, indudablemente surgirán nuevos escenarios sociales, económicos, comerciales, empresariales… Muchos negocios tendrán el desafío de replantear sus actividades productivas, ofreciendo nuevos y diferentes bienes tangibles e intangibles, incorporando cada vez más la tecnología en sus líneas de distribución y entrega.

El anterior panorama lleva a analizar que una vez más, la fórmula para sobrevivir incluye ajustarse a la coyuntura del momento. Es entonces cuando los empresarios, se plantean lo siguiente: ¿Cómo integrar dicho ajuste corporativo a la gestión de los colaboradores, para garantizar eficiencia y productividad en el proceso?

La pregunta anterior, admite diversas respuestas, pero en términos generales se mencionan las siguientes recomendaciones relacionadas al área de Talento Humano:

1. Revisar los puestos: es importante determinar cuáles son los cambios necesarios en los puestos, que se planteará la organización. Dichos cambios obedecerán a los nuevos objetivos creados para la empresa. Es probable que, con el fin de seguir siendo competitiva, la compañía redefina parcial o completamente su producto y/o servicio, por ende, los puestos requerirán una revisión exhaustiva en cuanto a su descripción y análisis.

2. Determinar la atracción del talento: el punto anterior será la base para decidir si la empresa requiere hacer alguna contratación para puestos de nueva creación o para reemplazar a algún colaborador cuyo perfil no se ajuste a las nuevas disposiciones. El reto radica en que el proceso de atracción y selección sea efectivo, permitiendo incorporar personas de manera ágil pero segura. Una forma de lograrlo es a través de Assessment Center, englobando ejercicios y proyectos ejecutados de manera presencial o virtual, para identificar competencias, rasgos de personalidad e idoneidad para la vacante.

3. Rediseñar las áreas de trabajo: hasta no contar con una vacuna contra el COVID-19, este estará involucrado en la vida cotidiana. El papel de la empresa es ofrecer a sus diferentes grupos de interés espacios físicos equipados con altas medidas de higiene y resguardo. La nueva normalidad propone destinar escritorios más separados, con áreas ventiladas naturalmente y una cantidad limitada de personas, realizando algunas labores desde casa, como herramienta para reducir el ingreso a las instalaciones.

4. Continuar con la modalidad de teletrabajo: el teletrabajo ha tenido un gran papel para garantizar un nivel óptimo en la operación de las instituciones públicas y privadas. Se ha convertido en un gran beneficio y facilidad para todos los involucrados. La compañía puede evaluar los resultados obtenidos y, si han sido positivos, continuar con la opción de seguir produciendo desde el hogar. La recomendación es que la persona trabaje desde su hogar dos o tres días a la semana, no todos los días; ello para seguir reforzando las interacciones sociales y velar por un buen clima y cultura organizacional.

5. Ejercer una comunicación constante: cuando las aguas retomen su caudal, una de las primeras actividades a ejecutar con los colaboradores es hacer una reunión para comunicar los nuevos objetivos, aclarar dudas y escuchar sugerencias. Cada jefatura debe cuidar a su equipo, garantizando que todos entiendan cuáles son sus funciones y la importancia que en ellas radica. Brindar ese seguimiento será una gran herramienta para identificar trabajadores preocupados, molestos, inseguros, etc., para ofrecerles de manera inmediata el soporte y la tranquilidad requeridos.

6. Definir indicadores de desempeño: la práctica de ejercer cero controles en las operaciones macro del negocio, así como la micro gestión, puede acarrear consecuencias terribles y hasta generar cierre fortuito de compañías. No se trata de una labor policíaca, en donde al colaborador se le pregunta cada hora qué está haciendo o, se le monitorea la computadora para supervisar si trabaja. Eso desmoraliza a cualquiera y fomenta una cultura de temor. Los KPI son vitales para definir metas específicas y estimar el avance. Además, le brinda transparencia a la evaluación del desempeño.

En el camino es muy probable que se cometan errores y se requieran ajustes. Está situación representa uno de los mayores desafíos por enfrentar y teniendo esa premisa en consideración, es que este artículo pretende ser una guía sencilla de acción, sin dejar a un lado la esencia y singularidad de cada compañía.

Licda. Amanda Arias Hernández / Especialista en Gestión del Talento Humano / Universidad Fidélitas

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