La vida de María de los Ángeles Leitón Calderón siempre está marcada por retos, empero cada obstáculo es superado gracias al espíritu emprendedor propio de las mujeres, en especial de esta oriunda de Tucurrique de Jiménez, desde donde se vino a la capital en busca de una mejor condición laboral.
“Me vine a meter los papeles a ver si me daban pelota, y aquí estoy súper orgullosa de mi trabajo. Amo mi trabajo y lo hago de corazón”, con estas palabras se presenta María, vecina de Calle Fallas de Desamparados.
Para la chofer de bus de la ruta Calle Fallas-San José, la decisión llegó por medio del empuje de un amigo. “Me dijo que yo daba bola manejando bus, entonces dije: bueno voy a hacer las pruebas por mentiras, y sí, sí pegué, empecé el trabajo y me gusta demasiado”.
Como cualquier inicio, la resistencia de propios y extraños apareció con prontitud. “Sí, me maltrataron mucho, mucha gente me hizo llorar, perdí 12 kilos empezando, sufrí mucho, porque me agredían tanto hombres como mujeres”.
Precisamente ante tanto señalamiento y malas vibras, fue la familia la que apareció para darle las fuerzas necesarias para continuar. “Soy de metas, bastante metas. Mi familia me apoya mil por mil, mi papá reza, dice que le pide mucho a Dios en las mañanas y noches por mí, que se preocupa porque soy la única loquilla de la casa que ha sobresalido”.
Además, María agrega que es una adicta al trabajo. “He sido zapatera, relojera, he recolectado café, he sembrado maíz, soy estilista profesional, lo que pasa es que lo dejé porque era solo la familia la que llegaba y amigas, entrecomillas, pues me decían: ‘tita después le pago’, y nunca me cancelaban, entonces dije: ¡no más!”.
A pesar de tanta prueba, doña María –como le llaman sus compañeros- tiene claro el por qué sigue perseverando. “Porque tengo coraje de mujer. A la gente nunca se le queda bien, por eso a las humillaciones simplemente hay que ponerles oídos sordos, igual a los insultos y maltratos”.
¿Qué es lo más complicado de ser chofer? “Tener cuidado de los choques, al principio choqué, no abruptamente pero sí le hice rayoncitos, golpecitos, porque no conocía lo ancho y largo del bus. Pero ya aprendí bien gracias a Dios, me enseñaron muy bien en la escuelita de AutoTransportes Desamparados”.
Luego de un año laborando como chofer de bus, María de los Ángeles recuerda una anécdota que al parecer le marcó para siempre.
“Una señora que se me subió, empezando aquí en Calle Fallas, me dice: ‘me da parada’, y luego a los 25 metros me dice: ‘sí es aquí’, entonces le dije: señora pero yo no puedo hacer las paradas donde usted quiera, las paradas se respetan; entonces me trató súper mal y me agarró a bolsazos. Y ahora la señora se sube y me saluda, para que vea usted”.
Para quienes piensan que una mujer pierde su feminidad por estar al volante de un bus, esta madre de dos hijas y abuela de tres nietos les tiene un mensaje.
“Yo soy muy femenina, me gustan muchos los hombres, estoy sola porque el trabajo no me permite un noviazgo, porque los días libres estoy en la casa descansando, si no estoy con mis hijas. Pero yo me levanto, lavo, aplancho, cocino, limpio, pero ojalá tuviera 25 o 30 compañeras más. Yo sigo siendo muy femenina”.
Amar lo que se hace provoca una enorme sensación de satisfacción, así lo entiende Leitón, quien se ve varios años más al frente de un volante. “Soy muy positiva y espero seguir aquí por muchos años, no quiero dar el brazo a torcer por cualquier cosa, porque tengo mucho coraje y quiero salir adelante, no quiero ser una chofer sino una súper chofer; incluso manejar un furgón en el futuro”.