Gabriela Alemán: «Si algo falta en este mundo es entender al otro»

“Si algo falta en este mundo, en este momento, es entender al otro”

San José, 31 de agosto de 2018. Hace tan solo una semana, justo antes de viajar hacia Costa Rica, la escritora Gabriela Alemán, se vio obligada a sucumbir al mal necesario de adquirir un teléfono inteligente, lo cual había intentado postergar por muchísimo tiempo; hasta ese día; siempre había portado un Nokia sin cámara, sin wifi, sin internet y para suerte suya, sin WhatsApp.

7585672496_IMG_8134 (1)A pesar de ser una declarada fiel amante de la calma, acompañada de una buena taza de café, la autora de la novela “Humo” reconoció que últimamente, ante la buena acogida internacional que ha tenido su libro, se ha visto en la necesidad de viajar a Paraguay, Bolivia, y ahora a Costa Rica, donde ha sido publicada su novela; razón por la cual, un smartphone resultó ser la salida imprescindible para mantenerse en contacto con la gente y con su público.

Aunque es de nacionalidad ecuatoriana, Alemán nació en Río de Janeiro. Es autora, entre otros, de los libros “Fuga Permanente”, 2001; “Body Time”, 2003; “Poso Wells”, 2007; “Álbum de familia”, 2012; “La muerte silba un blues”, 2014; y su más reciente obra, “Humo”, publicado en Costa Rica por Uruk Editores, en 2018. Precisamente, este último hizo parte de la lista de las obras de literatura iberoamericana recomendadas por The New York Times 2017. Las publicaciones de Alemán han sido traducidas al croata, al chino, al hebreo, al francés, al inglés y al neerlandés.

A pesar de provenir de una familia de asiduos lectores, fue precisamente mediante su abuelo paterno que tuvo un mayor acercamiento con las letras. Durante su adolescencia, su abuelo, un reconocido poeta de su generación en Ecuador, sufrió un derrame cerebral por lo que se fue a vivir a casa de la familia de Alemán, y se llevó consigo su biblioteca entera. Esto provocó que desde muy joven, la hoy escritora tuviera una amplia colección de libros al alcance de sus manos, cuyas páginas devoró sin perder oportunidad. Con el paso del tiempo, ya después de leer tanto, un día se puso a escribir; nunca hubo una transición, no hubo una decisión, nunca de niña dijo: “yo quiero ser escritora”.

En la actualidad, Alemán integra diversas antologías de cuentos, entre ellas, “Les bonnes nouvelles de l’Amérique latine”, 2010. En 2006 recibió una beca Guggenheim; en 2007 fue seleccionada para formar parte del grupo Bogotá39; en 2014 ganó el Primer Premio de Crónica del Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina, por su obra “Los limones del huerto de Elisabeth”. Además, destaca como una de las fundadoras de la Editorial El Fakir, en Ecuador.

Más recientemente, ha trabajado como guionista de radio y cine, script doctor, traductora, profesora y editora. Además, aparece en la película “Quijotes Negros” (2016).

La Oficina de Prensa y Comunicación del Ministerio de Cultura y Juventud aprovechó la visita de Alemán al país, como parte de los invitados de la XIX Feria Internacional del Libro Costa Rica 2018, para conversar con ella acerca de “Humo”; además, sobre trayectoria, así como sus impresiones sobre algunos temas relacionados con el libro y la lectura. A continuación un extracto.

¿Por qué esa necesidad de rehuir al uso del teléfono inteligente?

Es una herramienta útil, pero obliga a un aceleramiento que no va demasiado conmigo. Además, se pierde mucho la concentración, porque estás con demasiadas cosas a la vez.

BER_6762_FotorHace como tres años, estaba intentando escribir un artículo y un libro, y me di cuenta que, por primera vez conscientemente, porque seguro llevaba varios años ya haciéndolo, paraba como cada 10 minutos para ver Facebook, para ver el artículo que me enviaron recién, entrar al enlace que me mandaron, que conducía a otro sitio y a otro y otro, y de pronto iniciaba esto a las 8 de la mañana y era la 1 de la tarde y no me había movido; entonces, hice un experimento drástico y desconecté el internet de mi casa.

Posterior a eso, dos semanas después me fui a un viaje a Chile, a una isla lindísima, que se llama Chiloé. Por tres semanas estuve sin Ipad, sin celular, sin computadora y de pronto volví a ver el mundo como era antes. Quedas con alguien, llegas tarde, no pasa nada, te esperan, no te esperan, no tienes que estar avisando todo el tiempo, ya llego, no llego. Pasa con el correo electrónico, que llegaba algo y lo respondía en un minuto; de pronto, durante el experimento, era mediodía sin responder correos y no pasaba nada, y pude volver a escribir y volver a leer y ya no volví a lo de antes. ¡Por suerte!

Según su experiencia ¿Por qué es importante la lectura en la formación de los individuos?

Más que considerarla importante, me parece que la gente que no lee se pierde una maravilla, que es poder navegar épocas, recorrer países, vivir en el cuerpo de un anciano, en el de un niño; si eres hombre, vivir en el cuerpo de una mujer; si eres mujer, vivir en el cuerpo de un hombre. Todas esas lecturas te enriquecen como ser humano, te hacen entender al otro, que creo que si algo falta en este mundo, en este momento, es entender al otro.

Ficción combinada con hechos reales que han marcado generaciones, al menos en el caso de “Humo”, producto que duró 12 años en ver la luz. ¿Qué tan retador resultó lograr esa combinación?

En los últimos años me he dado cuenta que soy una historiadora frustrada, me encantan los archivos, me encanta meterme en expedientes, pero no soy metódica. Me meto a buscar algo y descubro una pista en un periódico de 1902 y dejo lo que estaba investigando y me voy por otro lado.

Precisamente, me parece que sí, nos falta empatía, algo más que nos falta en este mundo es conocer de dónde venimos, de dónde partimos y me parece interesante conocer la historia de un país, sus hechos, sus movimientos sociales, políticos, para entender el momento actual. Justamente, la otra carrera que sí estudié fue Periodismo, nunca acabé la carrera, pero desde que empecé a estudiar comencé a trabajar en medios, radio y periódicos.

En Ecuador hay muy pocas bibliotecas y pocos archivos, entonces llegaba un momento en que estaba haciendo una investigación pero faltaban diez números de ese periódico de 1930 y de pronto ese hueco me volvía imposible llegar a una conclusión real. Entonces, como periodista me sentía muy frustrada, pero llegaba en un momento que decía: bueno, no puedo escribir una crónica, no puedo escribir un artículo, pero sí puedo con este material que encontré hacer un cuento o una novela; entonces, creo que así, sin darme cuenta, fue que comencé, a partir de mi tercer libro, que fueron apareciendo varios cuentos que tenían que ver con hechos reales, pero ficcionalizados; es decir, partiendo de un hecho real, pero con ficción.

Lectura por placer versus lectura por obligación ¿Cuáles son sus impresiones?

Cualquier cosa que es obligada tú la detestas y la rehúyes; cualquier cosa a la que tú te acercas desde el placer, es algo que vas a atesorar y va a crecer dentro de ti. Entonces, mientras más diversidad hay, siempre habrá más posibilidades de enamorarte de algo.

Creo que uno se acerca a distintos libros por distintas razones. Hay que tener la mente abierta; hay libros que te divierten, otros que te hacen pensar, que te los acabas en una sentada, algunos otros que te cuestan trabajo terminar pero que sabes que ahí hay algo importante que vale la pena leer. Por lo que creo que la lectura es lanzarse a ese mundo y descubrir todas las maravillas que encierran.

¿Cuál es el norte que se planteó para fundar la Editorial El Fakir?

BER_6694El Fakir tiene tres años. Fue una editorial con una historia un poco divertida en su inicio porque lo que estamos haciendo allí es rearmar el canon ecuatoriano, ya que descubrimos que hay, por ejemplo, muchísimas autoras mujeres que se publicaron en la década del cuarenta o cincuenta, cuyos libros se vendieron y no fueron reeditadas; de pronto se perdieron, las nuevas generaciones no las conocen para nada. También el caso de ciertos autores canónicos, como César Dávila Andrade, poeta, escritor y ensayista ecuatoriano, al que sus amigos le llamaban El Fakir y por eso se llama así el editorial; es muy conocido en un cierto grupo de poetas, es un autor de culto en la poesía, pero en realidad era también narrador, cuentista y esos cuentos casi no circulan, entonces lo que estamos proponiéndonos desde El Fakir es volver a reeditar esos cuentos y que vuelvan a circular.

Otra de las propuestas es buscar nuevos públicos, entonces hay varias colecciones de la editorial que se dedican a la novela gráfica, al comic, un poco para desacralizar la literatura, acercarla a los más jóvenes y que no se sientan como enfrentados ahí arriba al panteón de los héroes nacionales, sino, descubrir lecturas y encontrar textos que les interesen.

En una entrevista previa usted mencionaba, la necesidad de “conocer al vecino”, en relación con la circulación de obras literarias entre los países latinoamericanos. Como miembro de la Editorial El Fakir, ¿cuál considera como el principal reto que tenemos en la región para lograr una mejor circulación?

A partir de la llegada de El Fakir, hemos estado en mesas de editores ecuatorianos y en otras con editores latinoamericanos, y por ejemplo hay un proyecto muy lindo que surgió para sacar un libro de Bogotá39, que en su primera edición fue editado por una editorial española y tuvo una pésima circulación por América Latina; luego supe que también circuló muy poco por España.

Entonces, los últimos 10 años, más que hayan cambiado los temas de los escritores latinoamericanos, creo que lo que sí cambió fue la aparición de editoriales pequeños en cada país, por lo que se tuvo la buena idea de que, en lugar de que haya un editor que distribuya y que enfrente todos los problemas que esto implica, la propuesta resultó en que en Costa Rica, Uruk publicó la antología, en Ecuador publicó El Fakir, en Perú, estruendomudo editorial, en Bolivia publicó El Cuervo y así.

El año pasado nos reunimos los 13 editoriales que íbamos a publicar el libro y lo que era recurrente escuchar, no era la falta de voluntad de los editores, ni la de falta de voluntad de publicar autores costarricenses en Ecuador, o bolivianos en Argentina, sino las trabas aduaneras, la circulación ya más como un acto burocrático sobre la que las editoriales no tienen ninguno control, y creo que sí es un momento, cuando se reúnen los Presidentes de los países, en alguna reunión anual, los latinoamericanos y España, los hispanos, deben sentarse a tomar decisiones reales para hacer menos complicado el paso de los libros a través de las aduanas.

¿Hasta qué punto la tecnología podría convertirse en este terreno fértil del que las editoriales podrían echar mano para llegar a más públicos fuera de sus propias fronteras, y resolver así las dificultades de la circulación?

Ese era el sueño de El Fakir. Inventamos una editorial en el siglo XXI, y si vas a nuestro sitio web dice libros físicos y digitales, por lo cual, todos los libros de los que tenemos derechos están en versión ebook, y pensamos que claro, si alguien en Perú lo quiere, lo compra en un segundo; además, vale menos. El tema es que no existe una cultura de libros digitales en América Latina; no sé si va a llegar a haber, porque en algún momento hace 10 años, más o menos, las estadísticas hacían pensar que iban a desaparecer las librerías, que el ebook seguía ganando terreno, que era una maravilla, la solución de todo. Pero hoy, si vemos los números, el ebook está cayendo en picada; la gente volvió al libro.

Si tienes un autor favorito y sabes que salió el libro, te lo puedes comprar en línea, pero es muy distinta la razón y no es por esa reacción nostálgica del olor y la textura. Ya hay estudios de neurociencia en que se dice que la memoria funciona de una manera geométrica; si leíste algo, tienes la imagen en una página, sabes en qué parte de la novela, si es al principio, en el medio o en el fin. Pero en los libros digitales no hay página, aumentas o disminuyes el tamaño y se te queda mucho menos el recuerdo de los que leíste y peor en textos universitarios o del colegio; retienes mucho menos información.

Creo que esa idea de que lo digital nos iba a salvar la vida, no era así. Lo que sí ha hecho, es que antes era mucho más difícil conseguir literatura de escritores latinoamericanos circulando por ahí, de autores que no fueran Carlos Fuentes, García Márquez o Vargas Llosa, por lo que ahora hay muchas más páginas de literatura latinoamericana digital, entonces encuentras un cuento de Samanta Schweblin, Mariana Enríquez, Jorge Volpi, entre otros, por lo cual nos conocemos mucho más.

Además de realizar una presentación de su libro “Humo”, durante su visita a la FILCR2018, Gabriela Alemán participó en diversas actividades, como por ejemplo el conversatorio “Centro y periferia en la literatura latinoamericana: ¿Cómo salir de la república bananera?”.

Alemán concluyó su primera visita a Costa Rica, llevándose consigo un enamoramiento por los amplios espacios verdes que observó en San José. “En Ecuador tenemos la idea de que para que una ciudad sea moderna tiene que tener cemento. ¡Qué lindo ver verde en la ciudad!”, finalizó la autora.

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