Jugar evita sobrepeso a futuro

La actividad física no solo es importante para adolescentes y adultos, también es indispensable para los niños. Se sabe que el incremento del sedentarismo en los niños y la repercusión que este factor tiene sobre el aumento en la obesidad infantil es uno de los hechos más preocupantes globalmente para la salud pública.

Los hechos son indiscutibles: de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) más de 40 millones de niños menores de cinco años tienen sobrepeso.

Para prevenir el sobrepeso en los niños, como primera medida los padres deben incentivar el juego desde temprana edad porque desempeña un papel fundamental en el desarrollo neuromotor. Esto significa que permite el surgimiento de reflejos que automatizan los movimientos, lo que favorecerá a futuro el desempeño deportivo competitivo o recreativo. Además, el juego ayuda a los niños a socializar, comunicarse y aprender a compartir.

Existen muchas maneras de incentivar el juego en los niños. Algunas recomendaciones de la Asociación Americana de Pediatría son:
-Dele a su hijo tiempo para explorar con cosas como el agua, la arena, cajas o cualquier otro objeto seguro que encuentre interesante.
-A los niños les encanta imitar a los adultos, por eso proporcione elementos simples y seguros como vasos de plástico y platos, ollas y sartenes, libros, entre otros, y así jugarán a ser “mamá” o “papá”.
-Invite a otros niños a su casa o a jugar en el parque del vecindario. De esta manera, aprenderán a sentirse cómodos con otros niños.
-Evite ofrecerles juguetes como pistolas porque fomentan el juego agresivo.

Actividad física previene aumento de IMC
Como segunda medida, los padres deben fomentar la práctica de actividad física  regular en sus hijos a partir de que cumplan los 5 años.

Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en Estados Unidos (CDC), la actividad física en la infancia mejora la fortaleza y resistencia, contribuye a la formación de huesos y músculos saludables, reduce la ansiedad y el estrés, aumenta la autoestima y puede mejorar la presión arterial y los niveles de colesterol.

Además, de acuerdo con un estudio científico publicado en agosto de 2012 en la revista Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine, la actividad física, el entrenamiento deportivo y los juegos con participación física desde la infancia, constituyen un mecanismo preventivo del sobrepeso y la obesidad.

La investigación demostró que el índice de masa corporal de niños en preescolar o primer grado que participaron en algún tipo de actividad física al aire libre en equipo aumentó más lentamente en comparación con niños inactivos.

Los niños que participaron en actividades físicas no escolares estructuradas (danza, gimnasia y artes marciales) a una edad temprana llegaron a tener a los 10 años un IMC inferior (0.48 unidades menor por cada actividad que realizaban) a los niños que no realizaron este tipo de actividad.

La recomendación adoptada por la OMS es que los niños sanos de 5 a 17 años realicen un mínimo de 60 minutos diarios de actividad física. De este tiempo, su mayor parte debe estar dirigida a actividad física aeróbica como caminar, correr o andar en bicicleta. Además, aconseja incorporar la actividad física de fortalecimiento óseo y muscular, como mínimo 3 veces a la semana.

Las experiencias positivas asociadas a la actividad física en edades tempranas también ayudan a sentar las bases para que las personas se mantengan físicamente activas toda la vida.

Los niños también necesitan hidratarse
Por último, la actividad física produce un incremento en la sudoración (pérdida de agua y electrolitos, sodio, cloro, potasio, magnesio) por lo que es fundamental que los niños se mantengan adecuadamente hidratados durante y después de cada actividad. Los niños activos a menudo están tan entretenidos que se olvidan de ingerir líquidos. Por eso, sus cuidadores deben recordarles que beban algo.

El agua es sin duda una fuente de líquido muy importante, pero muchas de las bebidas que consumimos habitualmente como los jugos, la leche, los refrescos y las bebidas gaseosas, entre muchas otras, contienen más de un 85% de agua, por lo que también son buenas fuentes de hidratación.

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