Pasión por la vida silvestre salva a la lapa roja de su extinción

La población de las lapas rojas se ha duplicado desde 1994 en Costa Rica, principalmente en el Pacífico Central, a través de los esfuerzos en conservación que ha liderado el Hotel Punta Leona y sus aliados.  A la fecha en Hotel Punta Leona hay cerca de 10 nidos naturales y 5 nidos artificiales.

La deforestación y el saqueo de los nidos fueron los dos factores que amenazaron a esta especie desde hace más de 25 años, los cuales fueron identificados gracias a la investigación liderada por el pueblo de Quebrada Ganado del Pacífico Central, el Hotel Punta Leona y el Instituto Internacional en Conservación y Manejo de Vida Silvestre (ICOMVIS) de la Universidad Nacional de Costa Rica.

“La población de lapas rojas en Costa Rica se puso en peligro debido al robo de pichones por parte de vecinos, ya que para ese momento había un problema en la zona, con pocas fuentes de trabajo. Parte de la estrategia fue emplear a los vecinos en turismo para ofrecerles una mejor fuente de trabajo. El Hotel Punta Leona, por ejemplo, contrató exlaperos que vivían de la explotación de la especie” indicó Christopher Vaughan, biólogo de animales de vida silvestre.

La construcción de nidos artificiales en fibra de vidrio, cerca de los nidos naturales, ha sido una de las alternativas que mejor resultado ha dado para la conservación de la especie. Cuatro cámaras de video instaladas en los nidos de dos árboles del Hotel Punta Leona son parte de las herramientas que utiliza el equipo encargado del programa para monitorear el desarrollo de las lapas. Estas cámaras, cuentan con visión nocturna, se puede seguir la transmisión en vivo las 24 horas del día. A la fecha se han registrado más de 11 mil visitas de 20 países diferentes. Durante el 2017 estas cámaras permitieron dar seguimiento al nacimiento de 12 pichones.

Se estima que durante este año hay 10 nidos activos con 30 pichones, los cuales después de los 75 días buscan salir de su nido para trasladarse hasta los manglares, donde sus progenitores les enseñan a comer.

La temporada de anidación se registra entre octubre y abril, periodo en que las lapas buscan sus nidos, los cuales se encuentran 63% en troncos y 37% en ramas, cercanos a los lugares proveedores de alimentos preferidos por las lapas.

El Programa ha hecho extendido el conocimiento y consciencia de salvar a esta ave a través de los vecinos y escuelas, como lo es la escuela de Quebrada de Ganado, en donde se ha promovido la educación ambiental y conservación como cuido de nidos naturales. “Se empezó a compartir el programa con las escuelas de la zona, para mi eso fue lo máximo, con unos voluntarios de la Universidad de Wisconsin se hicieron unos libros de colorear para los niños, quienes han llevado esta idea a sus familiares, por ejemplo en muchas estas familias había un lapero (persona que roba los pichones) y al día de hoy se han erradicado”, dijo el Sr. Guillermo Hernández, líder de la comunidad y quien ha sido parte de este programa desde 1994.

“Realizamos el conteo de 5 a 7 am en el mes de agosto, buscamos puntos estratégicos donde tengan que pasar las lapas, por ejemplo en Guacalillo, por el sector de Nativa y el puente y pronto se va a empezar a monitorear cerca del sector del parque nacional La Cangreja, en la zona de Puriscal, donde hay un grupo de voluntarios y personal del MINAE que se van a encargar del conteo” agregó don Guillermo.

En todo el Pacífico Central se ha pasado de 250 en 1990 a alrededor de 500 individuos en 2017 y sigue creciendo y ampliando su distribución. Desde el inicio del proyecto hasta la fecha se ha duplicado la población de lapas en la región.

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